martes, 25 de enero de 2011

VELADA LITERARIA






                                                       Muralla Ciclópea en el Cerro de Santa Ana
                                    
            Hace unos años, estando en nuestro pueblo fui invitado a una velada literaria en el Cerro.
          Esto fue lo que yo viví aquella noche de verano.

         Prado llano en la montaña mágica en la noche. Por entre los recovecos de las piedras arrugadas y desgastadas de la muralla ciclópea reposan cirios que dan luz como luciérnagas a poetas muertos. Hay fotos de ellos retorcidas en los repliegues de las rocas milenarias, como retorcidas fueron las vidas de muchos de los mismos.

         Como en un aquelarre pero sin fuego ni meigas, voces espontáneas prestan su voz a esos poetas muertos, rememorando poemas de amor, de muerte y de libertad. Sobra en la noche mágica la palabra guerra, de aquella guerra ¡Que no la nombren! Preguntar a la muralla cuantas guerras ha vivido y no os hablará de ninguna. Ni tampoco os hablará de destierros, ni de vencedores ni de vencidos. Abrir pues la muralla al corazón del amigo, al mirto y la hierbabuena, como dice el cantar.

         Prado de Santa Ana en la noche. La luna, totalmente encendida, quiere participar pintando de amarillo pálido de muerto el olivar y los pinos que se divisan a lo lejos ¿Por qué de muerto, sí los poetas están vivos? ¿No oyes sus voces? ¡Están hablando todos ellos!

         Pero antes de que los poetas hablaran han callado los grillos, al tiempo que el viento mejor acunaba que mecía, música que trasladaba a los reunidos a épocas pasadas, y les hacían redescubrir emociones ya vividas. Dulce armonía de violines, clarinetes y guitarras en la noche de luna llena, allí, en el Llano de Santa Ana, junto a la muralla ciclópea.

         Y aquél puñado de almas allí reunidas, prestaron su voz, y hablaron los poetas. Uno por uno, todos los líricos invocados fueron desfilando, y se escucharon en silencio poemas, que luego mansamente eran arrastrados por el viento cayendo en cascada por la pendiente montaña abajo como queriendo llegar antes de morir hasta el pueblo, porque pueblo fueron alguna vez.
         Cuando habló la voz prestada de García Lorca un jirón negro de una nubecilla casi anoréxica vistió de luto a la luna. 
         Prado llano, en la montaña mágica en la noche. Llano de Santa Ana.
 
Prado mortal de lunas y sangre bajo tierra. Prado de sangre vieja (Lorca)


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