sábado, 6 de agosto de 2011

SENTARSE A LA PUERTA


         Durante los días que últimamente he estado en nuestro pueblo he observado en algunas calles incluida la mía donde tengo asentada mi residencia cuando estoy en Torredelcampo, una costumbre ya venida a menos, pero que a pesar de los años aún se mantiene en muchas de las calles de nuestro pueblo: el de sentarse a la puerta a tomar el fresco
Sí señor, era esa una buena costumbre la de sentarse a la puerta en las noches de verano y me alegro que aún perdure en algunas calles.  La mala, y en esto doy la razón a cualquiera, es la de la crítica. Que a tu paso por donde está la gente sentada se haga silencio para luego de inmediato cuando ya has pasado aunque no lo oigas pero lo barruntas, ellos/as continuarán la cháchara con el casi seguro siguiente diálogo: ¡Mira Maria! ¿Ése quién es?  ¡No me digas que no lo conoces! Ése, es hijo de este...que le dicen... (apodo)  ¡Ah si, ahora caigo! ¡Ése que tú dices...  ¿No se casó con la hija de...?(vuelve el apodo)  ¡El mismo!  Anda, mira, pues, bla, bla, bla,...Vamos que hasta presumen saber el saldo de tu hipoteca, y si has tenido algunas cuotas impagadas.   
En mi niñez recuerdo aquellas calles de nuestro pueblo en las noches calurosas durante la época del verano. Los vecinos salían a la puerta y conversaban sentados en corrillos hasta después de la medianoche mientras se refrescaban a golpes de agua en aquellos botijos de barro blanco que chorreaban por todos sus poros presumiendo cada cual que el suyo hacía el agua más fresca. Algunos, después de la tertulia se quedaban a dormir hasta bien entrada la madrugada recostados en una de aquellas mecedoras de lona con dibujos de rayas verticales multicolores.
Por eso añoro todas esas costumbres que servían de punto de reunión y sobre todo de diálogo. Aunque noto de cómo se ha empobrecido la comunicación entre los individuos, pero no sólo en nuestro pueblo sino en todas partes, todo, a consecuencia de la expansión de las tecnologías puestas a nuestro alcance: el móvil, Internet, la televisión, todas estas técnicas han contribuido al alejamiento y al distanciamiento entre las personas.   Pero volviendo al tema que nos ocupa siempre será mejor pasar por una calle con gentes sentadas a las puertas, -habrá a quienes les moleste por verse abocado a dar las buenas noches-, -pues lo siento por ellos-, que entrar en el metro por poner un ejemplo, y que dentro de él observes con la indiferencia que se mira la gente. Todos con caras de lunes después de un puente. Nadie conversa con nadie, ni tan siquiera para pedir permiso si estás sin querer taponando la fila de la izquierda de la escalera mecánica que algunos suben de dos en dos. Es así la vida aquí en este Madrid donde todo el mundo lleva prisa y nadie se saluda pues nadie conoce a nadie.
         En fin que aunque os critiquen al pasar, -tampoco hay que generalizar-, continuad vosotros afortunados viviendo en nuestro pueblo y saludando a las gentes que toman el fresco a la puerta de su casa.  Merece la pena, de verdad.

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