domingo, 4 de octubre de 2015

LA OLIVA Y EL ACEITUNERO





La oliva y el aceitunero

En la pertinaz sequía. Principios de octubre 2015
Cualquier oliva sedienta de la campiña de mi pueblo.

Pronto vendrás a verme y como siempre te daré mi sangre.
Sé que me mimas, que me quieres, que tu sudor me embriaga.
Peinaré mis cabellos en el reflejo escarchado de la luna gélida
antes de que tú vengas casi escondiéndote en la noche.
Al alba te esperaré y te entregaré todo lo que tengo,
pero no me pidas más, esta vez no, pues mi tormento me ahoga.
Pondrás sábanas bajo mi cuerpo desnudo y pisarás sobre ellas,
sábanas negras que se llenarán de lágrimas secas enjutas y arrugadas.
Sentiré las vibraciones de tus caricias sin llegar a estremecerme,
mientras que tú, te fundirás con mi pena queriendo apagar mi sed.
Verás mis brazos estirados suplicándole al cielo que llore de una vez,
que derrame agua sobre mi reseco tronco, sobre las grietas de mi fosa,
al tiempo que tú  en un abrazo de mortaja
mojarás  mis labios sedientos con la tinta de estas letras.



                                           Antero Villar Rosa